miércoles, julio 10, 2013

La Elegia del Cuzco

En 1825 desde la población del Cuzco, Alto Perú, hoy República de Bolivia, Simón Bolívar escribe a su tío Esteban una hermosa carta, con una mezcla de nostalgia, dulzura y melancolía, que se convierte en una pieza literaria conocida como la Elegía del Cuzco.

A Continuación la emotiva Carta del Libertador:











SEÑOR ESTEBAN PALACIOS.

Mi querido tío Esteban y buen padrino:

¡Con cuanto gozo ha resucitado Vd. ayer para mí! Ayer supe que vivía Vd. y que vivía en nuestra querida patria!. ¡Cuántos recuerdos se han aglomerado en un instante sobre mi mente! Mi madre, mi buena madre tan parecida a Vd., resucitó de la tumba, se ofreció a mi imagen. Mi más tierna niñez, la confirmación y mi padrino, se reunieron en un punto para decirme que Vd. era mi segundo padre. Todos mis tíos, todos mis hermanos, mi abuelo, mis juegos infantiles, los regalos que Vd. me daba cuando era inocente.., todo vino en tropel a excitar mis primeras emociones.., la efusión de una sensibilidad delicada.

Todo lo que tengo de humano se removió ayer en mí: llamo humano lo que está más en la naturaleza, lo que está más cerca de las primitivas impresiones. Vd., mi querido tío, me ha dado la más pura satisfacción, con haberse vuelto a sus hogares, a su familia, a su sobrino y a su patria. Goce Vd., pues, como yo, de este placer verdadero; y viva entre los suyos el resto de los días que la Providencia le ha señalado, y para que una mano fraternal cierre sus párpados y lleve sus reliquias a reunirlas con las de los padres y hermanos que reposan en el suelo que nos vio nacer.

Mi querido tío, Vd. habrá sentido el sueño de Epiménides: Vd. ha vuelto de entre los muertosa ver los estragos del tiempo inexorable, de la guerra cruel, de los hombres feroces. Vd. se encontrará en Caracas como un duende que viene de la otra vida y observará que nada es de lo que fue.


Vd. dejó una dilatada y hermosa familia: ella ha sido segada por una hoz sanguinaria: Vd. dejó una patria naciente que desenvolvía los primeros gérmenes de la creación y los primeros elementos de la sociedad; y Vd. lo encuentra todo en escombros... todo en memorias. Los vivientes han desparecido: las obras de los hombres, las casas de Dios y hasta los campos han sentido el estrago formidable del estremecimiento de la naturaleza. Vd. se preguntará a sí mismo ¿dónde están mis padres, dónde mis hermanos, dónde mis sobrinos?... Los más felices fueron sepultados dentro del asilo de sus mansiones domésticas; y los más desgraciados han cubierto los campos de Venezuela con sus huesos, después de haberlos regado con su sangre... por el solo delito de haber amado la justicia.


Los campos regados por el sudor de trescientos años, han sido agostados por una fatal combinación de los meteoros y de los crímenes. ¿Dónde está Caracas? se preguntará Vd. Caracas no existe; pero sus cenizas, sus monumentos, la tierra que la tuvo, han quedado resplandecientes de libertad; y están cubiertos de la gloria del martirio. Este consuelo repara todas las pérdidas, a lo menos, este es el mío; y deseo que sea el de Vd.


He recomendado al Vicepresidente las virtudes y los talentos que yo he reconocido en Vd. Mi recomendación ha sido tan ardiente como la pasión que le profeso a mi tío. Dirija Vd. al poder ejecutivo sus miras, que ellas serán oídas. Al mismo poder ejecutivo he suplicado mande entregar a la orden de Vd. cinco mil pesos en Caracas, para que pueda Vd. vivir mientras nos veamos, lo que será el año que viene. Mi orden ha sido al ministro de hacienda para que de Bogotá le manden a Vd. la correspondiente libranza.

Adiós, querido tío. Consuélese Vd. en su patria con los restos de sus parientes: ellos han sufrido mucho; mas les ha quedado la gloria de haber sido siempre fieles a su deber. Nuestra familia se ha mostrado digna de pertenecernos, y su sangre se ha vengado por uno de sus miembros. Yo he tenido esta fortuna. Yo he recogido el fruto de todos los servicios de mis compatriotas, parientes y amigos. Yo los he representado a presencia de los hombres; y yo los representaré a presencia de la posteridad. Esta ha sido una dicha inaudita. La fortuna ha castigado a todos.., tan sólo yo he recibido sus favores. . . los ofrezco a Vd. con la efusión más sincera de mi corazón.

jueves, julio 04, 2013

“El loco” de Casacoima

“El loco” de Casacoima


La importancia que el Orinoco, nuestro Orinoco, tuvo en el proceso emancipador no siempre se destaca con suficiencia y muchos episodios que transcurrieron en el Delta, suelen verse  a la ligera y lo más  doloroso, suele tenerse sobre ellos una desconocimiento insoportable. Tal es el caso de la travesía de El Libertador por lo que es ahora el Municipio Casacoima del Estado Delta Amacuro. Las tropas patriotas emprendían al comienzo de julio de 1817 la liberación de Guayana La Vieja y Angostura. “Ya se había logrado poner en aguas del Orinoco –reseña el General O’Leary en sus Memorias-una escuadrilla capaz de hacer frente a las del enemigo.  Brión acababa de presentarse con ocho buques , entre bergantines y goletas, y cinco flecheras bien armadas y tripuladas”. Bolívar tenía su cuartel general a tres leguas de Guayana La Vieja en un trapiche llamado Casacoima , situado sobre un brazo del Orinoco, del que dista una legua.

Mucho se ha escrito sobre la llamada “sorpresa de Casacoima”, “el delirio de Casacoima” y otros tantos calificativos para describir lo acontecido en ese lugar el 4 de julio de 1817.
Juan Vicente González, Felipe Larrázabal o Manuel Alfredo Rodríguez lo hicieron en forma épica y de una belleza sin par. Todos los biógrafos del Padre de la Patria han hecho por supuesto con mayor o menor amplitud, referencia al acontecimento. Pero nadie podría decirlo de mejor manera que uno de los participantes y por ende testigo de excepción del suceso en referencia.

El General Jacinto Lara “en carta que tengo a la vista”-O’Leary-así lo reseña:
“Fue el caso que El Libertador mandó salir del apostadero de San Miguel cuatro flecheras que bajasen el Orinoco a reunirse con la escuadra, dirigida por el Almirante Brión, que venía de Margarita. Al pasar por Guayana fueron atacadas y tuvieron que meterse en el Caño Boca Negra. “El Libertador –sigue Lara- se puso en marcha con todo su estado Mayor( Juan Bautista Arismendi, Pedro León Torres, Carlos Soublette, Jacinto Lara, Pedro Briceño Méndez  ) y otros que lo acompañaron y cuando llegamos a Casacoima , dispuso ir en persona a hacer salir nuestros buques a batirse. Los adversarios desembarcaron en la parte de arriba, nos tomaron la única salida que teníamos y donde habíamos dejado nuestras bestias. En ese estado no nos quedaba otro recurso que tirarnos al rebalso del Orinoco (¡laguna de Casacoima!) con dirección a la casa que distaba una legua del lugar”.
Según el propio Lara los primeros en llegar a  San Miguel, Caroní y Morocuer participaron que El Libertador había muerto, por lo que se formó cierto revuelo y hasta desmoralización ya que algunos quisieron irse por distintos rumbos.

Para fortuna de  la Patria y gloria eterna para Casacoima, Bolívar y sus altos oficiales pudieron atravesar la laguna y desde allí forjar ideas que le permitirían liberar a una porción esencial del Continente.
Pero luego de pasar la laguna de Casacoima quedan anécdotas para la eternidad.

El General Arismendi, uno de los que cruzó la laguna al ser consultado por  Bolívar cómo se había atrevido a lanzarse al agua sin saber nadar, respondió de una manera formidable: “Si en vez de agua hubiese sido plomo derretido habría hecho lo mismo para no caer en manos de los españoles ni vivo ni muerto”.

Dionisio asistente de Bolívar tenía desenvainado un enorme cuchillo del que no quiso desprenderse en momento alguno. Ante el requerimiento de Bolívar por qué no se había preocupado en preservar algo de mayor valor respondió: “Yo necesitaba el cuchillo mi general, para matar a V, E antes que cayera en manos realistas”.

Pero para que Casacoima quedara ligada permanentemente ligada a la liberación suramericana, tras salir de la laguna que sería tomada por los españoles, Bolívar no perdió su entusiasmo eterno y comenzó a deliberar sobre las futuras campañas que liberarían a Cundinamarca, a Quito y llevarían la bandera de la redención hasta el Potosí. Fue entonces cuando el capitán Martell  que estaba en la reunión no pudo contenerse y exclamó: Ahora si que estamos perdidos: “el Libertador está loco”.

Bendita locura podamos exclamar ahora los venezolanos y el resto del mundo.